Por su interés, reproducimos este artículo de opinión del profesor de la UCLM Santiago Sastre, escritor y académico numerario de la Real de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo.
Los periódicos se hacen eco de la noticia de que la antigua sacristía del convento de santa Fe, en el museo donde está instalada la colección de arte de Roberto Polo, va a exponer 9 esculturas y 13 dibujos del artista Alberto Sánchez.
No voy a glosar la magnífica obra de Alberto, que es incontestable. Desde unos orígenes muy humildes, con un talento innato construyó una obra que fue evolucionando hacia el cubismo y el surrealismo. En definitiva, una obra personalísima, muy original, poética, con llamativas figuras que parecen arrancadas de la tierra, como si fueran raíces. Añadió un aire de modernidad a la escultura de su tiempo. Y fue el fundador de la llamada Escuela de Vallecas, formada por importantes artistas.
Lo que quería comentar es que su obra pasó por unas circunstancias curiosas. La primera es que se iba a colocar una escultura suya donde hoy está la de la reina Isabel la Católica, al lado del monasterio de san Juan de los Reyes. Pero por su ideología republicana aquello se pospuso. ¡Otra vez la intransigencia de la ideología por encima del valor del arte! La segunda es que una selección de su obra (la que ahora se expone) estuvo guardada durante muchos años en los almacenes del Museo de santa Cruz después de que se cerrase el Museo de arte contemporáneo. ¡Triste destino el de ese fantástico museo! Era maravilloso por su contenido (la selección de obras que albergaba; por ejemplo, de Benjamín Palencia, Beruete, Arredondo, Barjola y Antonio López) y por su continente (por el espléndido edificio de la casa de las cadenas, un ejemplo de casa toledana del siglo XVI con un magnífico patio central y galerías de madera). En mi etapa adolescente me gustaba ir a este museo simplemente a pasear. Es una lástima, sin duda, que Toledo no disfrute de un museo que refleje el arte contemporáneo que se ha hecho en nuestra tierra.
Y lo tercero es que se exponga la colección de Alberto Sánchez en un sitio público (el lugar) pero enmarcada en una colección privada (de Roberto Polo, aunque etiquetada como Centro de Arte Moderno y Contemporáneo de Castilla-La Mancha). Sí, en una colección privada. ¿Este es el destino que desearía Alberto Sánchez? No lo sabemos. Lo suyo sería que estuviera arropada con obras de artistas de su tierra, no con una legión de autores belgas. Bueno, hay un Canogar, justo en la escalera, al lado de la obra de las tetas colgantes, pero solo eso. Es cierto que el museo Polo representa la modernidad del arte, sí, pero falta el calorcito telúrico de nuestra tierra, de nuestros magníficos artistas.
En Toledo hay varias referencias a Alberto: un colegio lleva su nombre, una placa indica el lugar donde nació, una mesa-homenaje en la zona de Safont, la obra de Béjar sobre la de Alberto en el paseo de la Vega (gracias al empeño de Luis Alfredo Béjar) y la versión mini de esa célebre columna 'El pueblo español tiene un camino que conduce a una estrella' que realizaron Gabriel Cruz Marcos y Félix Villamor y que está en la plaza de barrio Nuevo, que pasa casi desapercibida.
¿Vuelve Alberto de su exilio? En principio sí, pero quizá no sea el lugar idóneo. Y esto pone de relieve la importancia de que Toledo disponga de un museo donde poder apreciar la historia de nuestro arte, de nuestra gente, de nuestros pintores y escultores. Una lástima que aquellas otras obras que estaban con las de Alberto sigan durmiendo el sueño de los justos y que la casa de las cadenas permanezca cerrada. Resucita Alberto, para que, como decía Alberti, Toledo amase su luz en la palma de su mano.
Santiago Sastre
Publicado también en ABC