En relación a la muestra de obras de Alberto Sánchez en la colección Roberto Polo (CORPO), con gusto redifundimos la opinión de Gabriel Cruz Marcos, vicepresidente del Círculo de Arte de Toledo.
Al hablar de Alberto me gustaría hacerlo amablemente y con el cariño, respeto y admiración que siempre he sentido por sus obras. Alberto fue el más grande de los grandes escultores revolucionarios del arte español del siglo XX, aquí y a nivel internacional. Y, además, ha sido uno de mis referentes en mi manera de concebir la forma, el volumen, el vacío, los remates de las obras… El otro escultor que también me ha acompañado es el Italiano Umberto Boccioni; vinculado al grupo Futurista, en el que el artista moderno debía liberarse de los modelos y las tradiciones figurativas del pasado para centrarse únicamente en el mundo contemporáneo, dinámico y en continua evolución.
Alberto, pese a su nacimiento en una familia humilde con muchas necesidades, es digno de admiración por su afán de superación. Lo imagino siempre salvando dificultades, y, como dicen muchos amigos y biógrafos, pasando muchas noches sin dormir para poder realizar el sueño de dedicarse al arte en general. Paso a paso fue relacionándose con lo más granado de su generación, un grupo -la denominada generación del 27- en el que dominó el respeto, la unión y la admiración mutua.
De su familia, al primero que conocí fue a su sobrino Jorge Lacasa. Vino de Rusia a principio de los años setenta y fundó una Fundación en la calle Academia de Madrid. Reprodujo bastantes originales en bronce para vender a Colecciones, Fundaciones y Museos y así difundir las obras de su tío. En aquellos años nos encerrábamos algunos fines de semana a retocar los bronces que vendía para que quedaran lo más parecido a la pátina original. Años más tarde llegaron la viuda, Clara Sancha y su hijo, Alcaén, y la Fundación se cerró, así como la reproducción de obras.
Con todo esto, me atrevería a decir que hubo un desacuerdo entre los dos primos, porque Jorge veía la forma comercial de dar a conocer la obra de su tío, sin desprenderse de los originales que estaban expuestos en la Fundación. Es algo lícito puesto que para fundir un objeto siempre se necesita un modelo; todos los que fundimos en bronce tenemos el original en casa. Y pienso que Alcaén no tiene nada de comercial y se conforma con hacer exposiciones con las obras de su padre y, así, promocionar la figura de Alberto. A Jorge le perdí la pista, no sé si volvería a Rusia o qué es de su vida; con Clara Sancha mi relación ha sido muy buena siempre, lo mismo que con Alcaén y sus hijos, que viven en Rusia. Uno de ellos, Alberto, después de terminar Bellas Artes en Madrid, es escultor y fotógrafo y viene a menudo a ver a su padre.
Este espacio que ocupa Alberto en CORPO no es el más idóneo. Al pasar al pequeño patio da una sensación engañosa, pues uno piensa que se va a encontrar un espacio más amplio y no es así; es una salita que ya con los dibujos bastaría. Han ubicado las esculturas sobre una mesa por el riesgo que supone lucirlas individualmente en tan reducido espacio. Para exponerlas de forma independiente se requiere un espacio cuatro veces mayor al que hay.
Uno de los días que estuve aquí, visitando la colección y la obra de Alberto, al pasar por la plaza Amador de los Ríos, camino del Círculo de Arte, recordé el espacio interior de San Felipe Neri y pensé que era un sitio ideal para mostrar las obras de Alberto, si se quieren lucir en solitario mientras se decide cómo y dónde se abre el deseado Museo de Arte Contemporáneo que nunca llega…. Pienso que sería conveniente no mezclar a Alberto con colecciones de arte que nada tienen que ver con el espíritu Ibérico, pues de esta manera le restan la importancia que tiene. Se debe afrontar de una vez la cuestión del ansiado museo. Lo único que se consigue es que la colección del señor Polo se siga revalorizando cada día, mientras que otras pinturas y esculturas y piezas que forman parte de nuestro patrimonio se almacenan, se deterioran y se deprecian. Y no solo eso: está acaparando el espacio que deberían ocupar exposiciones temporales de artistas manchegos reconocidos.
G. Cruz Marcos
Poemas de Alberto, pasados por Alcaén Sánchez en 1995
Quien soy me pregunto día a día noche a noche Y mi corazón responde: nadie, absolutamente nadie. Tuve alas para volar alto pero me las deje cortar. Naufrago soy en la mar de mis propios pensamientos y en ellos me he de ahogar. Mas la maldad de la gente le empieza a contar a uno los años cuando las ilusiones empiezan a envejecer Mas no importa Presiento al mundo como una nube de langosta que va sin cabeza
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Artista vanidoso Alimaña de las ciudades Para tu arte de rata blanca ahogada en pozo de agua salitre.
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